Concepto de aceros de bajo carbono
A diferencia de los de muy bajo carbono, este tipo de aceros tiene un contenido ligeramente mayor de este elemento (denominado con la letra C). El contenido de carbono más elevado que en los primeros permite que este material sea más resistente frente a los otros, pero como consecuencia, suelen ser menos dúctiles y maleables. Cuando se pretende que las piezas sean sometidas a esfuerzos constantes y principalmente en movimiento (conocido como esfuerzo dinámico) entonces estos aceros juegan un papel indispensable.
Definición de aceros bajo carbono
Los aceros de bajo carbono son clasificados, según la AISI-SAE como aquellos cuyo contenido de carbono, en porcentaje en peso sobre peso, va desde un 0.16% hasta un 0.30%. Para nombrarlos, se utiliza la nomenclatura que va desde los aceros 1016 hasta los aceros 1030. Para conocer el porcentaje de carbono, se toman los últimos dos dígitos y se dividen entre 100. Así, un acero 1025 tiene un contenido de carbono del 0.25% y cae en la categoría de acero de bajo carbono.
Ejemplos de acero bajo carbono
Un ejemplo de acero de bajo carbono es aquel que se utiliza para la fabricación de engranes. Los engranes se encuentran generalmente en constante movimiento, por lo que resulta indispensable que sean elaborados con un material resistente al desgaste. La dureza superior de este tipo de aceros frente a los de muy bajo carbono permite resistir la erosión. Así mismo, generalmente deben soportar grandes cargas ejercidas por la maquinaria en funcionamiento, por lo que deben ser capaces de resistir grandes esfuerzos sin deformarse ni romperse. Al ser un material resistente, pero relativamente dúctil, entonces son capaces de soportar grandes cargas sin deformarse. Adicionalmente, pueden ser sometidos a tratamientos térmicos para mejorar su durabilidad, dureza, maleabilidad o resistencia al desgaste según se requiera.